riesgos para la salud de usar esponjas
Las esponjas son el lugar ideal para que las bacterias crezcan a montones. Un estudio publicado en 2017 en Scientific Reports mostró que las esponjas usadas pueden albergar hasta 362 tipos diferentes de bacterias. Aunque muchas de estas bacterias no representan un peligro, algunas, como la E. coli o la Salmonella, pueden provocar enfermedades transmitidas por los alimentos.
Sumar a esto la mezcla de humedad, restos de comida y el calor habitual en la cocina, se crean las condiciones perfectas para que esos microorganismos se expandan sin control. Además, usar la misma esponja para limpiar diferentes superficies puede hacer que se dispersen los gérmenes en lugar de eliminarlos, lo que aumenta los riesgos para nuestra salud.
¿cuándo conviene cambiar la esponja?
Muchas veces dejamos de cambiar la esponja hasta que ya se nota que está gastada o empieza a desprender mal olor. Sin embargo, los expertos en higiene recomiendan hacerlo cada dos semanas más o menos. Aspectos como la frecuencia con la que se cocina y se limpia, el tipo de tareas (por ejemplo, fregar sartenes llenos de grasa frente a actividades menos exigentes) y el ambiente (cocinas más calurosas aceleran el crecimiento bacteriano) pueden hacer que sea necesario cambiarla antes.
Un buen indicio de que es hora de cambiar la esponja es que empiece a oler mal, se sienta viscosa o deje un olor desagradable en las manos tras usarla.
tips para que dure más la esponja
Hay varias formas de alargar la vida de tu esponja y mantenerla lo más limpia posible. Después de cada uso, es buena idea enjuagarla con agua caliente y quitar el exceso de líquido para que se seque más rápido. Además, guardarla en un sitio bien aireado evita que la humedad se mantenga y reduzca el crecimiento bacteriano.
También es recomendable desinfectarla con regularidad. Una técnica sencilla consiste en meter una esponja húmeda en el microondas durante 30 segundos, o bien dejarla en remojo en agua caliente con un poco de vinagre.
pensando en el medio ambiente
Aunque cambiar las esponjas con frecuencia mejora la higiene, esto puede generar inquietudes sobre el desperdicio y la sostenibilidad. Escoger esponjas hechas de materiales naturales y que se puedan compostar es una buena alternativa ecológica sin renunciar a la limpieza de la cocina.
Adoptar una rutina fija para usar y reemplazar las esponjas no solo ayuda a tener un entorno doméstico más sano, sino que también fomenta prácticas de cocina más seguras. Combinar el cambio regular con un almacenamiento adecuado, superficies bien limpias y hábitos responsables en la cocina contribuye a que nuestro hogar sea tanto limpio como seguro para todos sus miembros.
Hacer del cambio frecuente una costumbre —ya sea cada diez días o cada dos semanas— puede marcar una gran diferencia en cualquier espacio culinario.